Me llamo Sara, tengo 30 años, estoy casada con el hombre de mi vida y soy mamá. Mi bebé se llama Héctor, tiene casi 4 meses, es rubio con los ojos azules, no sé muy bien de dónde los ha sacado, pero son preciosos, es dormilón, alegre, tierno, guapo a rabiar, no porque sea mi niño, es un precepción totalmente objetiva.

Héctor tiene Síndrome de Down.

Sólo quiero contaros nuestra historia.

lunes, 6 de octubre de 2014

Ya no me duelen los pies.

Hoy, 6 de Octubre, hace dos años, me casé con el amor de mi vida. Yo pensaba que sabía lo que era el amor, un amor un poco tortuoso, pero amor al fin y al cabo. Qué equivocada estaba.

No me angustiaba la idea de no encontrar mi media naranja, no sufría por el hecho de que quizá nunca me casara porque llevaba una vida plena y satisfactoria, era independiente, salía y entraba sin control de nadie, me dormía cuando tenía sueño, comía cuando tenía hambre, leía, paseaba y, para qué negarlo, perdía mucho el tiempo haciendo todo tipo de chorradas que me encantaban.

Claro, era feliz porque yo no me podía imaginar que Javier era MI FELICIDAD. Nunca jamás, en ningún momento, bajo ningún concepto, ni en sueños me pude imaginar la belleza de la sencillez de encontrar al alguien que simplemente te entiende.

Javi me entiende, me lee y me interpreta. Sabe cuando aparecer y cuando desaparecer, comprende que estoy algo loca y por eso perdona mis locuras, sabe que por las mañanas no soy muy habladora, que me dan miedo cosas absurdas, que me gusta inventarme historias, me hace reír, me limpia las lágrimas, comparte mis penas y las hace más llevaderas... Es maravilloso compartir mi vida con él.

Hay dos cosas que me pasaban antes de encontrarnos y esta semana me he dado cuenta de que ya no me pasan.

1-Ya no escucho canciones tristes,y si las escucho no me parecen tan tremendas, he dejado de ser oficialmente La Dama de las Camelias, siempre melancólica.

2-Ya no me duelen los pies. Antes siempre me dolían los pies tanto que deseaba que me los cortaran, ¿porqué? Por que me pasaba el día pateando las calles para arriba y para abajo, yendo, viniendo, subiendo, bajando y estaba muy muy cansada. ¿Porqué? Porque no me esperaba nadie en casa. Hoy mi lugar favorito del mundo es el sofá del salón, con Javi a un lado y Hectolinomylove en brazos.

Soy una persona feliz. Sí sí, lo digo con la boca abierta como una carpa mutante del Retiro. Muy feliz. Sé que mi vida tiene sentido. Me veo reflejada en los ojos de los hombres de mi vida y ya no necesito otro espejo. Amo y soy amada y al final, ¿no es esa la mayor aspiración de cualquier persona? Me siento libre porque así me quiere él, libre.

Porque me entiende, porque me abraza fuerte, porque me acaricia con el pie por la noche, porque hace que mi casa sea más bonita y mi vida más divertida, porque me ha dado a Hectolinomylove, que es una versión mejorada de mí misma, porque es guapo a rabiar y mucho más alto que yo. Porque es la mejor persona que conozco, me tienes loca Javier Sierra, y me muero de ganas de pasar el resto de mi vida contigo.

Perdón a todos por el algodón de azúcar que salta desde la pantalla. ¡Una vez al año no hace daño!