Me llamo Sara, tengo 30 años, estoy casada con el hombre de mi vida y soy mamá. Mi bebé se llama Héctor, tiene casi 4 meses, es rubio con los ojos azules, no sé muy bien de dónde los ha sacado, pero son preciosos, es dormilón, alegre, tierno, guapo a rabiar, no porque sea mi niño, es un precepción totalmente objetiva.

Héctor tiene Síndrome de Down.

Sólo quiero contaros nuestra historia.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Septiembre.

Septiembre es, con diferencia, mi mes favorito del año, seguido de cerca por octubre y abril, por simples motivos sentimentales, en octubre fue mi preciosa boda y en abril nació la maravilla de la creación que es Hectolinomylove.

Septiembre me gusta porque es como volver a empezar, y yo soy muy de volver a empezar, en mi vida ya he perdido la cuenta de las veces que he vuelto a empezar. De hecho, para mí el año empieza en Septiembre, es el calendario Saraniano.

Este septiembre se presenta lleno de cosas nuevas y emocionantes. Hemos empezado con los cereales, aunque no ha sido un buen comienzo, nos está costando un poquito acostumbrarnos a los nuevos horarios de tomas y el nuevo apetito. Yo, que estoy un poco traumatizada por que Hector coma, se me deshidrató al poco de nacer y lo pasó fatal, me paso el día obsesionada por que se acabe el bibe y a veces me pongo de lo más cansina, pobre hijo  mío. Pero poco a poco lo iremos controlando, dentro de poco empieza con la fruta también y me tiene loca de emoción, qué tontería, ¿no? Pues no, estoy deseando ver la cara de Hectolinomylove cuando pruebe la primera cucharada de papilla de fruta, aunque debo de confesar que este verano le hemos dado sandía para que chupara y no la chupaba, ¡la absorbía! Cultivo el gusto por los pequeños placeres y me emociono con cosas simples, así que me considero una persona afortunada ya que no necesito cosas inalcanzables para sentirme realizada lo que me ahorra mucha frustración.

Héctor, también conocido como Chiqui Precioso, ha reanudado la atención temprana y es genial ver lo mucho que ha avanzado en un sólo mes. Ya sujeta la cabeza, aguanta la hora entera despierto, casi no tiene reflujo... es, como dijo su logopeda, un señor. Estoy deseando ver cuantas cosas consigue hacer y me muero de ganas de aprender a ayudarle a hacerlo.

Tengo grandes planes, como apuntar a Héctor a natación, llevarle a cuenta cuentos, hacer merendolas en casa, volver a tocar un poquito el piano como cuando era una cría y poner a Héctor a mi lado para que escuche la música, apuntarme a seminarios, conferencias y todo lo apuntable que encuentre y que me ayude a tener una vida más plena y feliz junto con mi niño y mi marido buenorro, leer la Biblia todos los días, porque yo creo que la fe es importante y la espiritualidad de las personas es un punto a su favor a la hora de enfrentarse a esta vida tan dura y cruel,  o al menos siempre lo ha sido para mí, en los grandes trances de mi vida, y han sido algunos, reconozco que el ser una persona profundamente religiosa me ha ayudado más que cualquier otra cosa... ¡Y miles de proyectos  más!

Y tengo otros proyectos a más largo plazo y mucho más pretenciosos, que no sé si alguna vez llegaré a cumplirlos, os mantendré informados.

También hemos empezado los trámites para solicitar el certificado de discapacidad. Algo raro, porque es una cosa que nunca piensas que vayas a hacer, solicitar un certificado de discapacidad para tu hijo, porque tu hijo tiene discapacidad. Yo lo pienso un poquito, y me pongo un poquito azul, pero la verdad es que me dura sólo un rato. Por mi profesión he pasado mucho  tiempo en centros base solicitando certificados de discapacidad y no le doy demasiada importancia, me da igual tener un certificado o una fuente con mi nombre que de zumo dé piña, ninguna. No pasa nada. Lo único que pasa es que por fin voy a dejar de dar vueltas para aparcar porque tendré una placa en la puerta de casa. Fin.

Reconozco que tengo suerte por tener una personalidad positiva por naturaleza, intento ver el vaso medio lleno y la verdad es que todo esto que nos hemos encontrado de repente creo que podré manejarlo, podremos manejarlo. Lo cierto es que soy muy feliz, aunque parezca un poco paradójico, mi vida nunca había sido tan plena y feliz.

Yo, que como ya he dicho nunca había pensado en tener hijos, me siento totalmente plena de felicidad y no imagino nada que me produzca más sentido a mi vida que ser mamá. Siiiiiii soy mamá, y me encanta!!!!! Sólo pienso en eso, soy mamá, y creo que esa es la clave. El Síndrome de Down en mi mente no eclipsa a mi hijo, sólo soy la mamá de un niño maravilloso y lo demás... Me da igual.

¿Qué maravillas traerá este año?

¡La vida es apasionante!

No hay comentarios:

Publicar un comentario