Me llamo Sara, tengo 30 años, estoy casada con el hombre de mi vida y soy mamá. Mi bebé se llama Héctor, tiene casi 4 meses, es rubio con los ojos azules, no sé muy bien de dónde los ha sacado, pero son preciosos, es dormilón, alegre, tierno, guapo a rabiar, no porque sea mi niño, es un precepción totalmente objetiva.

Héctor tiene Síndrome de Down.

Sólo quiero contaros nuestra historia.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Cada uno en su lugar.

Desde que me quedé embarazada de mi segunda hija, Noa, Noiti preciosa, mi mayor preocupación ha sido que no se sienta eclipsada por la discapacidad de su hermano. Parece muy obvio, pero en una casa en la que 5 días a la semana se hacen actividades específicas para activar la estimulación de Héctor y donde casi todos los meses nos damos un garbeo por el hospital por alguna revisión es muy sencillo que el resto de hijos vayan siempre al rebufo de su hermano. Desde que Hectolinomylove nació me repito una y otra vez la frase que nos dijeron desde el principio en Down Madrid :"Que la vida familiar no gire en torno a la persona con discapacidad". He de reconocer que no siempre me resulta fácil y eso que creo que yo vivo nuestra situación familiar con mucha naturalidad y nunca me he coartado de hacer nada porque Héctor tenga síndrome de Down. Simplemente me parece que no hay motivo, también ayuda mucho el hecho de que Héctor sea una maravilla de la naturaleza y aguante casi sin quejarse el tute que le pego. Pero volviendo al tema que hoy me ocupa, creo que es muy muy importante hacer sentir a cada hijo diferente, especial, único y valioso. Cuando tienes un hermano que llama la atención de manera positiva, y a veces negativa para algunas personas, de manera natural, es difícil encontrar tu sitio y resaltar por lo que eres. Noa es una niña preciosa, simpática, tremenda, intensa, exigente y con una gracia natural que hace que te tu atención se dirija a ella según entra en la habitación. Este último mes ha estado malita, primero con gastroenteritis, luego con dos otitis y lo que más ha demandado ha sido, como es lógico, estar en mis brazos y muchos mimos. Y entre achuchón y achuchón me ha dado tiempo a pensar en qué tal llevo el tema de la bimaternidad y reconozco que tiendo a inclinarme del lado de Héctor en bastantes ocasiones. ¡MAL! ¡MUY MAL SARA! De manera que me estoy esforzando por dedicar un ratito a cada uno, incluso a veces dejo a uno con los abuelos y me llevo al otro conmigo para poder estar un rato de calidaz a solas y dedicar toda mi atención a Héctor o a Noa por separado. Sé que me queda mucho por aprender y me niego a que Noa se sienta en un segundo plano en esta familia. Me da mucho mucho miedo que un día me pueda echar en cara que no la presté la atención necesaria y que la porción que le pertenecía a ella se la dí a su hermano. Sé que no estoy descubriendo América, que pasa en todas las familias con varios hijos, da igual si alguno tiene discapacidad o no. Quiero ser una buena madre y darles a cada uno lo que necesiten,pero volvemos al tema de la autoexigencia y de ese sentimiento de culpa que parece que nos cosen en la nuca en el mismo momento en que parimos a nuestros hijos. Lo bueno de tener hijos propios es que puedes utilizar el método del ensayo y error y que siempre existe la posibilidad de ir modificando comportamientos y afinando habilidades. A mí ahora me toca afinar mi destreza en dará a cada uno de mis niños la atención y el amor que ellos se merecen, que es todo el del mundo. Voy aprendiendo con la práctica y tengo la confianza de que mis hijos se sentirán amados y queridos, que conseguiré estar a la altura. Sé muy bien qué no quiero hacer. No quiero justificarme con mis miedos, mis movidas mentales que no son pocas, mi cansancio, mis circunstancias personales. No quiero ser una madre cobarde ni quedarme en el borde de la vida de mis nos. Quiero ser abierta de mente, que puedan confiar en mí. Quiero ser su hogar. En resumen. Hectolinomylove es un niño maravilloso y Noa es la luz de mi vida. No pasa nada por sentir cosas diferentes por los hijos. Eso de que a todos los hijos se les quiere igual es, en mi opinión, mentira. No se les puede querer igual, porque no son iguales. Se les quiere mucho, muchísimo, más que a nada en este mundo pero cada hijo es un individuo diferente que merece ser amado de manera diferente, a medida, como un buen traje. Yo sigo aprendiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario